Niños y libros. 10 trucos para hacer leer a los más pequeños

Que nuestros hijos, en la etapa preadolescente, leen poco, lamentablemente, se sabe, y el problema es grave porque son precisamente los años de su primera formación, en los que se adquieren los fundamentos de la cultura personal.
Es cierto que la escuela a menudo es responsable de esto: debido a la falta de tiempo material en lugar de fuerza de voluntad, los maestros a menudo no sugieren lecturas adicionales, no estimulan a los lectores jóvenes con iniciativas específicas como la creación de una biblioteca de clases ''. Salida mensual a la biblioteca municipal o participación en grupos de lectura. En ausencia de apoyo escolar, aquí hay diez pequeños trucos para hacer que los niños lean.

1. Registrarlos en la biblioteca municipal

Matricular a tus hijos en la biblioteca municipal o, mejor aún, en la biblioteca infantil que ofrece el sistema de bibliotecas provincial es el primer paso a dar. Si quieres atrapar a un posible lector joven, no hay contexto más favorable que un misterioso mar de libros que parpadean desde estanterías ordenadas y monotemáticas. Ciertamente, los libros de la biblioteca ejercen un encanto antiguo en cualquiera: están en el lugar ideal para ser elegidos cuidadosamente entre muchos otros y luego pueden leerse en paz sin distracciones. En definitiva, la ubicación también tiene su importancia, y el contexto ideal para la lectura es un lugar donde los libros son los protagonistas indiscutibles.

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2. Llévalos a la librería con regularidad.

Trate de llevar a sus hijos a la biblioteca de vez en cuando si tiene la oportunidad. Elija un día fijo, hacia fin de mes, como recompensa por los resultados obtenidos en la escuela, por ejemplo, o al principio, como incentivo para los futuros. Proponga la elección de dos títulos, uno de su parte y el segundo con total libertad por parte del niño; Por lo tanto, sugiera una lectura simultánea, ya que su título será casi con certeza un clásico para niños y el elegido por su hijo un volumen de literatura "de consumo". Haga cumplir estrictamente los plazos. Recuerda que también hay muchas librerías de remanentes donde podrás encontrar excelentes títulos a mitad de precio y no desdeñar los mercados.

3. Habla de libros con más frecuencia.

Trate de encontrar todas las ocasiones posibles e imaginables para hablar de libros en casa. A menudo, haga preguntas estratégicas sobre los volúmenes que lee su hijo, en las ocasiones más dispares. Habla sobre los libros que estás leyendo. En la mesa, en el desayuno, mientras lleva a los niños a la escuela, haga que el libro se convierta en un tema de discusión tan a menudo como sea posible. En definitiva, cárgala de valor emocional, hazla parte de la familia, el protagonista cotidiano de tu vida, una presencia indispensable y no inútil y un adorno polvoriento para trasladar solo para la limpieza de primavera o para repintar.

4. Construya una pequeña biblioteca en el dormitorio de su hijo.

Decora la habitación de tus hijos con libros y crea de forma creativa su propia biblioteca personal. Disponer estanterías (también venden barato en mercadillos, no es necesario molestar al mueblero) en posiciones estratégicas, quizás haciéndoles elegirlas, para que los libros se dirijan siempre a los lectores jóvenes de forma interlocutoria. Hágales responsables del orden y la gestión: su biblioteca debe ser cuidada en detalle por ellos mismos. Pídales que compilen un catálogo de sus textos, donde enumerarán los libros propiedad del autor, título y género, los libros prestados de amigos, los prestados, los de la biblioteca, etc.

5. Regale más libros a sus hijos durante los distintos aniversarios.

Pida a los tíos y abuelos que regalen libros a los niños, en lugar de los juegos o videojuegos habituales, en diversas ocasiones festivas (cumpleaños, días del nombre, pero también con motivo de un éxito escolar en particular). Para que no haya malos entendidos, y para evitar duplicaciones, elabora una lista de deseos que brotarán (¡y se repondrán!) Gradualmente. En cualquier caso, consulta con antelación y estrictamente los obsequios librescos, para que no lleguen sorpresas desagradables: no es seguro que todos los libros sean buenos para los niños, y sobre todo no debemos suponer que quienes regalan libros ya los han leído o saben de qué hablan ... también si no hay que dudar de la buena fe de quien los trae de regalo.

6.Hacer de la lectura un pasatiempo agradable y constante

Asegúrate de que el libro cree una expectativa, que se convierta en una salida, un pequeño ritual diario donde poder liberar el estrés del día, quizás después de la cena o por las tardes sin demasiadas tareas o compromisos, ciertamente los fines de semana. A nivel psicológico, beneficiará no solo al niño, además alejado de la excesiva intromisión de los videojuegos y la televisión, sino también a los padres, especialmente en esos raros momentos en los que se necesita un respiro. Entonces, por ejemplo, para evitar que la sobremesa de los hermanos se convierta en una pelea a muerte en el sofá, y para salvaguardar la digestión de mamá y papá, nada mejor que poner su libro favorito en manos de los niños. El famoso concepto del libro como amigo, en definitiva, en formato familiar.

7. Organizar lecturas grupales

Piense en estrategias de lectura grupal: organice pequeños refrigerios literarios con sus amigos más cercanos durante el fin de semana, sugiera la apertura de clubes (tan populares especialmente entre las niñas ...) de pequeños lectores, lleve a sus hijos a lecturas colectivas organizadas por el Común; en definitiva, deléitese con ideas creativas que combinen la lectura con la socialización. A partir de los 13 años (estas son las condiciones del servicio) se puede hacer que los niños se inscriban en Anobii, donde pueden crear una biblioteca virtual (italianización fea para “biblioteca”) e intercambiar sugerencias, impresiones y reseñas con sus compañeros.

8. Lea a su hijo desde el 1er año de vida

Lea libros en voz alta a sus hijos desde el primer año de vida. A partir de los seis meses, a veces incluso antes, los niños se sienten intrigados por las páginas en las que destacan las historias dibujadas en colores vivos. Algunos estudios han demostrado que a partir del año el niño sigue el desarrollo de una historia esencial a través de un libro ilustrado. Por eso es útil conseguir que el niño se familiarice con el libro desde muy pequeño, para que pueda asumir la lectura como una actividad completamente natural. Para ello, desde hace algunas décadas se encuentra activo un sector literario paralelo para niños (dividido por grupos de edad) que combina el lenguaje simbólico-evocador de las imágenes con el lenguaje puramente verbal de la escritura.

9. Lea los clásicos para adolescentes a sus hijos antes de acostarse

A partir de la escuela primaria, lea un capítulo de un clásico para niños todas las noches antes de acostarse: será una experiencia culturalmente valiosa para toda la familia. Algunos títulos imprescindibles en la formación de los niños: “Las aventuras de Pinocho” de Collodi y “Las aventuras de Cipollino” de Gianni Rodari; "Escucha mi corazón" y "La voz secreta" de Bianca Pitzorno; el ciclo de los piratas de Malasia y el ciclo del corsario negro de Emilio Salgari; “Denis del pane” de Roberto Piumini; "Las aventuras de Pierino" de Piero Chiara; "Los viajes de Gulliver" de Jonathan Swift; “La vuelta al mundo en ochenta días” y “Viaje al centro de la tierra” de Jules Verne. Lecturas cautivadoras, hermosas y atemporales. Porque si un niño lee bien, tiene muchas posibilidades de convertirse en un excelente lector cuando sea adulto.

10. Dé un buen ejemplo: ¡lea!

Finalmente, lo más importante: deja que tus hijos te vean a menudo con un libro en la mano. El ejemplo, como sabemos, viene de arriba y no hay nada más apasionante a nivel cultural que una familia que lee al unísono. No es necesario tener dos títulos y cuatro maestrías para amar la lectura: la cultura y la educación a menudo no viajan por el mismo camino, y quienes han estudiado durante muchos años pueden no ser necesariamente amantes de la lectura. Al contrario, el lector empedernido suele ser autodidacta.

por Laura Pantaleo Lucchetti

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