Languidecer: el principal estado de ánimo en la era de la pandemia

Es innegable, la pandemia ha trastornado nuestra vida y nuestra forma de percibir el mundo que nos rodea. Pensamos que, después de 2020, todo sería cuesta abajo, pero este evento ha dejado secuelas increíbles dentro de nosotros. Algunos hablan del síndrome de estrés postraumático, la misma condición que experimentan muchos soldados que regresan de la guerra. La metáfora podría ser adecuada si consideramos al virus como un enemigo al que combatir. En resumen, seamos conscientes de ello o no, Covid no solo ha afectado nuestra salud física, sino también nuestra salud mental. En este sentido, una de las sensaciones más comunes en este período podría explicarse por la falta de bienestar, que no debe confundirse con la depresión. Hoy en día existe incluso un término para explicar este estado de ánimo, a saber, "languidecer", que podríamos traducir al italiano con el verbo "languidecer". En este artículo encontrarás toda la información que necesitas para saber en qué consiste esta afección, si tú también la padeces y, de ser así, cómo salir de ella.

Pero antes de empezar a leer, mira este vídeo y aprende algunos ejercicios de mindfulness con los que encontrar la paz interior.

¿Qué significa languidecer?

El término languidecer comenzó a extenderse por todo el mundo cuando, en abril de 2021, el periodista Adam Grant habló sobre él en un extenso artículo publicado en el New York Times. Grant, que además de escribir trabaja como psicólogo en la Universidad de Pensilvania, describió con gran detalle el estado de ánimo que lo había afectado tanto a él como a muchos de sus conocidos en los meses posteriores al estallido de la pandemia de Covid.

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De hecho, la acuñación de este término se remonta a hace unos años, más precisamente a 2002. El primero en hablar de ello fue el sociólogo estadounidense Corey Keyes. Había acuñado la palabra "languidecer" para finalmente poder enmarcar la condición de aquellas personas que no están deprimidas, pero que ni siquiera están completamente satisfechas con su vida. Según Keyes, por lo tanto, languidecer está a medio camino entre la depresión y el "florecimiento", el estado de bienestar total en el que uno puede prosperar y mejorar, impulsado por los estímulos y el entusiasmo. De hecho, como señala Adam Grant, languidecer es incluso más insidioso que la depresión porque a menudo no te das cuenta de que lo estás sufriendo y esta falta de conciencia dificulta cualquier solicitud de ayuda.Al mismo tiempo, el acto de languidecer podría convertirse con el tiempo en una depresión real o, más en general, en un trastorno de ansiedad.

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Los principales síntomas de la languidez.

Pero, ¿cómo saber si está languideciendo? Bueno, en primer lugar, tienes la sensación de ver pasar tu vida a través de una ventana empañada en lugar de vivirla al máximo. Pero los síntomas de esta condición mental no terminan ahí. Veamos los principales:

  • Ausencia de bienestar: Languidecer no implica necesariamente que esté enfermo. Sin embargo, sientes que algo anda mal en tu vida, como si faltara una pieza del rompecabezas y estuvieras luchando por encontrarla.
  • Desmotivación: todos los días te parece igual y esto te desanima, privándote de cualquier deseo de hacer. El futuro se ve confuso y le impide hacer planes a largo plazo que pueden darle energía.
  • Dificultad para mantener la concentración: la apatía que te asalta dificulta incluso la realización de actividades triviales y cotidianas, dejándote abrumado por continuas distracciones.

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  • Indiferencia a la propia indiferencia: como se mencionó anteriormente, cuando languidecemos a menudo ni siquiera lo notamos. Esto se debe a que la apatía que nos abruma nos lleva a un total desinterés no solo por nuestra vida, sino también por nuestro estado de salud.
  • Una sensación de cansancio constante y, al mismo tiempo, inquietud: si por un lado te sientes cansado y agotado, por otro lado, el malestar que sientes por tu languidez te atormenta e inquieta. Estos sentimientos conflictivos se deben al deseo de reaccionar ante la total indiferencia con la que estás viviendo tu vida y, al mismo tiempo, a la incapacidad de liberarte del entumecimiento que te oprime.
  • Apatía y resignación: estás plenamente convencido de que ya no te puede pasar nada interesante y esto te priva de cualquier estímulo, haciéndote dócil.

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¿Cómo salir de esta condición de languidez?

En la vida, sobre todo después de haber afrontado un período convulso como el marcado por la propagación del Covid, es importante cuidar la mente, como hacemos cuando tenemos un problema físico. A menudo, de hecho, tendemos a ignorar las alarmas que nos llegan del cerebro y a subestimar la enfermedad mental, pensando que es una simple sugerencia. Los síntomas de la languidez también se suelen pasar por alto hasta que se hacen cargo y, en última instancia, comprometen nuestro bienestar. Para evitar que esto suceda, aquí tienes algunos trucos con los que podrás desprenderte de la languidez y redescubrir la alegría perdida:

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  • Para recuperar la concentración perdida, te recomendamos que te dediques totalmente a una actividad que te lleve hasta el final. Ya sea viendo películas, leyendo libros o haciendo decoupage, no importa, lo que importa es que tu mente esté completamente absorta en lo que estás haciendo. De esta forma llegarás al estado de flow, un estado de total absorción mental que no deja lugar a distracciones.
  • Como sugiere el propio Adam Grant, centrarse en pequeños objetivos alcanzables podría ser un antídoto ganador contra la languidez. Ser capaz de ceñirse a resoluciones fáciles de lograr lo ayudará a sentirse realizado, aumentará su autoestima y hará que sea más probable que vuelva al juego.
  • Haz algo que disfrutes y que te haga feliz. Puede ser un viaje o una experiencia que siempre has querido hacer pero que, por una razón u otra, has seguido postergando. Ahora ha llegado el momento de "mimarse un poco", ¡te lo mereces!
  • A veces, lamentablemente, no siempre es fácil "salvarse". En estos casos, hay que tener el coraje de pedir ayuda a personas competentes. Si sientes que no puedes librarte de esta condición, contacta con un psicólogo competente que podrá acompañarte en este camino de curación a través de la terapia que sea más adecuada para ti.

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