Cancelar cultura: que es este fenómeno y como se reconoce

Las figuras públicas son a menudo víctimas de la cultura de la cancelación: por algo que han dicho o hecho que no es bienvenido por la opinión pública, se les culpa y se les excluye. La definición viene de los EE. UU. Pero en Italia tiene más el significado de eliminar todas esas opiniones que se desvían de políticamente correcto (especialmente en lo que respecta al racismo o al feminismo). Si eres víctima de la cultura de la cancelación, es posible que necesites algunos ejercicios para recuperar la autoestima: ¡puedes encontrarlos todos en el video!

En el origen de la cultura cancelada

El término cultura cancelar nació en Estados Unidos, donde se difundió a partir de 2017, cuando el grupo de Twitter "Black Twitter" fue invitado por primera vez a dejar de apoyar a algunas personas o algunas realidades económicas o políticas a través de una especie de boicot. En 2020 es el expresidente estadounidense Donald Trump quien vincula la palabra cancelar cultura con los temas relacionados con las revueltas de Black Lives Matter: de aquí, entonces, esta definición se ha extendido para designar todas aquellas prácticas revisionistas que piden cambiar, corregir o Retirar monumentos, personajes históricos u obras de arte culpables de transmitir un mensaje social que no esté en consonancia con la noción de dominantes políticamente correctos.

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En los últimos años, la cultura de la cancelación se ha convertido en sinónimo de una tendencia en la que un gran grupo unido de personas, en desacuerdo con las opciones institucionales de editoriales, universidades, administraciones políticas u otras, clama por un personaje considerado "incómodo" por su opiniones políticamente incorrectas, es apartado o excluido del ámbito profesional en el que trabaja. En la mayoría de los casos, quienes se encuentran en el centro de un episodio de boicot están sujetos a graves consecuencias tanto a nivel social como laboral. La expresión más directa de esta presión que ejerce un grupo de personas contra un individuo es, en general, su destitución. Son muchos los casos, de hecho, de académicos, profesores y periodistas despedidos por sus opiniones divergentes o "incómodas".

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Cómo se expresa la cultura de cancelación

El fenómeno de la cultura de la cancelación es muy evidente en varios aspectos de nuestra sociedad y abundan los ejemplos, especialmente en el mundo del entretenimiento y la academia. Uno de los casos más emblemáticos es el de Woody Allen, quien fue víctima de un boicot real que también lo perjudicó profesionalmente. En este caso, la opinión pública pidió con insistencia que Amazon no aceptara distribuir la nueva película del director y que la editorial Hachette no publicara su autobiografía; el motivo estaría vinculado a las acusaciones (que ya se conocen y nunca verificadas) que ven. Allen, culpable de acoso sexual a su hija.

El mecanismo que subyace a la cultura de la cancelación se diferencia del boicot tradicional porque mientras este último se manifiesta en la decisión colectiva (o individual) de no comprar un libro, un periódico, o no ir al cine a ver una determinada película, quienes postulan la cultura de la cancelación de la cultura requiere que la obra ni siquiera sea publicada o difundida, por lo que no es accesible a la comunidad.

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La cultura de la cancelación ha adquirido contornos preocupantes también en el ámbito académico, con numerosos casos de destitución de profesores. Por esta razón, en julio de 2020, la revista Harper's Bazaar publicó una carta abierta firmada por 150 intelectuales, artistas y escritores (incluidos JK Rowling, Noam Chomsky, Salman Rushdie y Margaret Atwood) reclamando libertad de expresión. Sin embargo, esta carta También ha sido objeto de duras críticas, especialmente por parte de quienes ven a los firmantes como la expresión de un grupo social y político privilegiado.

Además, para los detractores de esta carta, apelar a la llamada libertad de expresión de los intelectuales que en el pasado habrían expresado opiniones discriminatorias contra las minorías sería una forma de esconder y no dar cuenta de sus impopulares ideas ante la sociedad.

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Cancelar la cultura en las redes sociales y en la televisión

La censura y las derivaciones iconoclastas de la cultura cancelada afectan todos los aspectos de nuestra vida cultural y social. Desde el supuesto beso robado y las acusaciones de Blancanieves hasta otros cuentos de hadas de Disney, la demolición de estatuas que representan episodios de la historia de la esclavitud estadounidense, la abolición de los clásicos griegos en las universidades o el despido de periodistas acusados ​​de tener opiniones racistas.

Otra víctima destacada de este fenómeno es Kevin Spacey, quien, tras ser golpeado por acusaciones de acoso sexual, se vio obligado a volver a filmar la película con la que salía, lo que resultó en una grave pérdida económica para la productora.Otro ejemplo es el poder, ejercida por grupos de ciudadanos unidos y angustiados tras el asesinato de George Floyd, por Lego. Se las arreglaron para persuadir a la empresa para que recopilara decorados que mostraban comisarías de policía estadounidenses.

La discusión sobre la cultura de la cancelación también ha aterrizado en Italia, tanto en las redes sociales como en el debate editorial relacionado con el espectáculo de Pio y Amedeo. Los comediantes han tocado un nervio de la sensibilidad colectiva, provocando una confrontación sobre qué es apropiado decir, qué términos son correctos (o no) para usar y cómo tratar los problemas de discriminación sexual o racial. Lo que surge, en todo caso, es la necesidad de una reflexión sobre un lenguaje más inclusivo y menos elitista también en el mundo televisivo.

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Críticas a la cultura de la cancelación

La cultura de la cancelación a menudo es criticada tanto por los partidos de derecha como por los de izquierda. En general, se reivindica el derecho a poder expresar la propia voz y también a apoyar, a veces, opiniones impopulares o políticamente incorrectas. La derecha cree que cancelar la cultura representa una grave violación a la libertad de expresión; una línea compartida también por la izquierda, donde se suma la crítica a la excesiva rigidez del debate social. Además, los métodos también son controvertidos, especialmente cuando se tornan violentos o intimidantes, y se destacan las consecuencias en la vida social y profesional de quienes son víctimas de la cultura de la cancelación.

Quienes defienden este fenómeno, en cambio, ven en él algunos rasgos positivos, todas esas voces que durante siglos han sido olvidadas o reprimidas y que en cambio ahora encuentran el espacio para expresarse y reclamar su centralidad.
Se trata, por tanto, de personas y colectivos que durante mucho tiempo no han tenido la oportunidad de intervenir en el debate público y cultural y que, en cambio, en los últimos años se están volviendo cada vez más influyentes.

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